
Hola navegantes. Hoy quiero hablar sobre el proyecto de vida. A mí, hacer uno me ha servido para poner en marcha uno de mis sueños, escribir y publicar mis libros de poesía y ¡ya tengo dos en circulación!
Por su nombre, más o menos podemos intuir de qué va la vaina pero, como en la mayoría de los asuntos que ‘a priori’ parecen simples, merece la pena pararse a reflexionar y analizar detenidamente sobre él, porque aunque no tenemos la vida comprada y nuestro proceso evolutivo nos obliga a hacer revisiones constantes de nuestro proyecto de vida, conviene dedicarle tiempo para lo que puede determinar parte de nuestro futuro.
Pero, ¿qué es un proyecto de vida?
Pues es un plan personal y emocional que define las metas, objetivos y acciones que una persona establece para su futuro.
Este plan se puede enfocar en diferentes aspectos de la vida, como la carrera profesional, la salud, el ocio, la familia, etc,…
Es una herramienta que ayuda a las personas a tomar decisiones importantes y mantenerse enfocadas en sus objetivos a largo plazo.
El origen.
La idea de proyecto de vida se acuñó en la década de 1960 por el filósofo y psicólogo Abraham Maslow, dentro de la corriente filosófica del humanismo. Con ello, Maslow quería fomentar la autorrealización, el desarrollo máximo del potencial y de la sana autoestima de las personas.
Vale y ahora, ¿cómo lo defino?
1. Debes reflexionar y definir tus objetivos a largo plazo. ¿Qué quieres, necesitas…? ¿Cómo quieres que sea una relación, tú vida…? ¿A qué quieres dedicarte en unos años?
Lo vamos a comparar como el edificio al que quieres subir.
2. Después, piensa en otras metas a corto plazo que te ayuden a alcanzar tus objetivos. Igual quieres pasar un tiempo en el extranjero y quieres aprender primero a manejar el idioma…por ejemplo.
Podríamos compararlo con los descansillos o entreplantas de un edificio.
3. Crea un plan de acción. Las acciones y actividades que tienes que desarrollar para conseguir las metas a corto plazo. Además debes ponerte fechas para ejecutarlo.
Esto sería como los peldaños de una escalera.
4. Identifica los recursos necesarios (humanos, económicos, temporales…) para realizar tus acciones. ¿Qué herramientas necesitas? Formación, viajes, ayuda…
Siguiendo con nuestra metáfora, nuestro recurso para subir a lo alto del edificio sería un calzado cómodo, por ejemplo.
5. Haz un seguimiento de tu camino. Mira que funciona, que no, que necesitas modificar…
Recuerda que tú proyecto de vida es una herramienta personal, esto son solo unas pautas. Cada uno puede adaptarlo y modificarlo según sus necesidades y preferencias. Lo importante es reflexionar sobre ello, tenerlo escrito y comprometerse. Y tampoco olvidar ser flexible pues, a veces, las circunstancias y nuestra propia evolución requieren alguna modificación en nuestro proyecto de vida.
Lo importante es enfocarse en él y estar alineado con él, debe ser genuino pues si no, no tendría sentido.
Un último apunte. Nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para crear el nuestro y, no hay nada demasiado simple ni complejo que no merezca escribirlo.
¿ Y tú, tienes hecho el tuyo o alguna vez lo has hecho?
¿Te animas a hacerlo?
Besitos.
Beatriz.